viernes, 13 de febrero de 2009

Nacimiento del videoclub (1977)

Como se puede leer en el título, esta sección va a estar dedicada a la historia del videoclub.

En un momento en el que este sector está viviendo una grave crisis, me gustaría echar una mirada atrás y rememorar aquellos hechos reseñables que tuvieron lugar en todos estos años transcurridos desde los orígenes del videoclub hasta la actualidad, tanto referentes al videoclub como a otros aspectos que influyeron en nuestra sociedad. Ya que desde sus orígenes el videoclub nos acompañó a casi todos, en menor o mayor medida, bien por tratarse de un punto de encuentro, el lugar donde ibamos a buscar aquella película que tanto ansiábamos ver, ó en el que dábamos vueltas y vueltas sin decidirnos por que película llevarnos.

Por ello agradeceré todas vuestras aportaciones, tanto situaciones, como hechos anecdóticos, o lo que vosotros querais relacionados con esta nueva sección.

Y como nó, vamos a empezar con el nacimiento del videoclub. La persona que tuvo la genial idea de montar el primer videoclub fue el californiano George Atkinson. Esto ocurrió en Diciembre de 1977.





Atkinson nació en Shanghai de un padre británico y una madre rusa y que durante la II Guerra Mundial permaneció dos años con su familia en un campo de concentración japonés. En 1949 se mudó a Los Angeles, estudió Literatura Inglesa, estuvo otros dos años en el Ejército y, de vuelta a California, fue actor de reparto y en una ocasión hasta especialista en el cine. Luego puso una tienda minorista de venta de proyectores y vetustas películas de Super 8.

Su experiencia le proporcionó las claves para robarle vilmente la cartera a Magnetic Video, una empresa relacionada con la 20th Century Fox que, un mes antes de la ocurrencia de Atkinson, había puesto a la venta en formato Betamax y VHS 50 películas producidas por la citada productora, entre las que se hallaban clásicos como Sonrisas y lágrimas, Dos hombres y un destino o Patton.Cada título costaba 50 dólares en un momento en el que los vídeos andaban más o menos por los 1.000, pero la idea era que la gente comprara películas para siempre, igual que hacía con los discos.George Atkinson, según contó en una entrevista 10 años después, reflexionó sabiamente que «uno escucha a Beethoven o a los Beatles una y otra vez. Pero no está deseando ver a Burt Reynolds una y otra vez».

Y fue así como puso un anuncio en el periódico advirtiendo que alquilaba películas de vídeo y, al recibir miles de solicitudes, adquirió con ayuda de un amigo toda la colección de la Fox e inició el negocio a razón de 50 dólares la suscripción anual y 100 el carné de socio vitalicio más 10 dólares cada cinta.Al principio se instaló en un local de 600 metros cuadrados en el que su agente comercial tenía que efectuar y recibir las llamadas en el cuarto de baño.

Desde la primera revolución industrial, el sistema capitalista ha mostrado siempre predilección por la cantidad antes que por la calidad, por el consumo de masas antes que por los objetos de coleccionista, y la ambiciosa promoción de la Fox fue barrida por la iniciativa pirata de Atkinson. Este sólo fracasó en su intento de obtener la patente del alquiler de cintas de vídeo.

En seguida llegaron las demandas judiciales contra Video Station, pero Atkinson se apoyó en la Ley de la Primera Venta, según la cual los derechos del vendedor sobre un producto acaban en el momento de la venta. Paradójicamente, ésta es la norma que están tratando de soslayar ahora las distribuidoras de DVD con objeto de impedir el pirateo, que también pone en peligro el futuro de los videoclubes. He aquí un ejemplo de cómo la libre competencia se torna a veces un tanto traicionera.





Video Station generó en pocos años 600 franquicias en EEUU y, aunque Atkinson se retiró en 1983 tras ser acusado de exagerar los beneficios de la compañía, la industria, unida a nivel internacional en la VSDA desde 1981, siguió creciendo hasta los más de 20.000 millones de euros anuales.

Zona caliente: María Soccor (Shadowboxer)

En nuestra escena caliente de hoy tenemos a la exuberante María Soccor en compañía de Stephen Dorff, que como podreis ver no es capaz de concentrarse en lo que está haciendo y no se anda con contemplaciones para remediar el problema. Se trata de la película Shadowboxer (2005)